sábado, 7 de abril de 2018

CARLOS BUENO-LEÓN


AUTOR: CARLOS BUENO-LEÓN

TÍTULO: RENDEZ-BLUES al borde del realismo sucio 

ISBN: 978-84-09-00882-7

Big Boy Books (2018)





Miguel Castro es el escritor detrás del seudónimo Carlos Bueno-León. Nació en Madrid en 1972, ha pasado su vida entre la ciudad en la que se crió, el Reino Unido y los Estados Unidos. Diplomado, Licenciado y Máster en Educación, especialista en Lengua Extranjera.

Rendez-blues al borde del realismo sucio” es una recopilación de relato breve en la que el autor presenta su peculiar visión del genero realista mezclando realismo sucio con leves pinceladas de realismo mágico. Vidas al margen de la sociedad, amor, desamor, cercanía e incomprensión, relaciones personales, laborales, pequeñas esquizofrenias cotidianas, grandes éxitos y grandes fracasos en una obra que progresa hacia el humor y una visión esperanzadora de la vida.






 COSAS DE LA REFLACCIÓN

Fragmento extraído de “RENDEZ-BLUES al borde del realismo sucio”

Entramos a comer en un bar de copas remozado, reconvertido en restaurante. Debemos darnos prisa; ha pasado la hora de los desayunos y, en breve, comenzará la de las primeras copas. Comparto contigo lo que estoy pensando. Ya no pienso en el conductor, en el pobre coche disfrazado, contra su voluntad, de calamidad. Ya no recuerdo el reguetón, el pobre aislamiento de la cabina, el terco recubrimiento craneano del descerebrado que conduce ni cuánto me gusta cantar las bondades de los auriculares. Eso ya pasó. Ahora te miro a los ojos, alargo el brazo derecho para rozar la piel de tu mano izquierda y sonrío, solo un poco, despacio. –Por eso nunca quise poner un bar.

Y sé que miento. Y tú sabes que miento. Y, si no lo sabes, estoy seguro de que lo intuyes. Un tipo como yo ha tenido que pensar, más veces que un par, en poner un bar. Lo pensé cuando empecé a beber. Lo pensé, lo pensamos, unos pocos, unos cuantos. Lo hablamos entre nosotros, desconocidos, desconectados los unos de los otros. Incluso lo dije, en su día, en voz alta. Pero, claro, esos eran los tiempos en los que pensaba que mi destino, inefable, inevitable, incomprendido, inconfesable, era ser anarquista.  –Tiene gracia.





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