AUTOR: IÑAKI ARBILLA
TÍTULO: BERDI
ISBN: 978-84942832-1-5
Edición de autor.
Iñaki Arbilla nació en Pamplona-Iruña,
España, en 1976. Es Licenciado en Comunicación Audiovisual. Trabajó en diferentes
medios y empresas (Antena 3, Tele 5, entre ellos). Publicó varios
Su novela Berdi es un thriller político-social que trata la realidad de
la crisis económica en España y el desarme de la banda terrorista ETA.
Berdi, un miembro desencantado de
la Organización que sobrevive adiestrando a camaradas en la selva colombiana,
es contratado como guardaespaldas por el capo de una red de narcotráfico. Con
el tiempo, el Capo le encargará liquidar al asesino de un enlace en Europa. La
orden proviene del mismísimo Boss que dirige la Red. Berdi cruzará entonces el océano hasta su
tierra, de la que huyó con idea de no regresar. Mientras se enfrenta a los
fantasmas de su virulento pasado, Berdi descubre que ya no está dispuesto a
apretar el gatillo cuando se le ordenan sin hacer las preguntas adecuadas:
¿Quién es el Enlace? ¿Qué se cuece ahora en las calles de la Ciudad? ¿Quién es
el Capo? ¿Conseguirá el perdón de aquellos a los que defraudó con su opción por
las armas? ¿Quién es el Boss? ¿Por qué todo se desmorona?
Modo de contacto con el autor: http://www.inakiarbilla.com
http://www.katakrak.net/cas/buscar/libros/berdi
(compra online)
Fragmento de la novela:
¿Por qué ahora? ¿Por qué en este
preciso momento de mi azarosa vida siento de pronto la imperiosa necesidad de
relatar algo de lo acontecido en ella? ¿Por qué si nunca antes me impelió tal
impulso sino más bien su absoluto contrario? Durante veinte años he huido de
las huellas indelebles que dejan las palabras, bien sean estas registradas por
escrito o grabadas en cualquiera de la multitud de soportes que a tal fin
existe hoy en día. Nunca esperé a que saltara un buzón de voz. Un pertinente
zumbido invadía mis oídos cada vez que me veía obligado a mantener una
conversación con un extraño, aun por superflua y rutinaria que resultara esta.
Incluso me ponía en guardia cuando simplemente debía compartir mis recuerdos
con terceras personas. A este respecto, hasta hace un minuto siempre me
consideré un animal en alerta permanente. Antes de ese lapso de tiempo todo lo
que merecía la pena ser recordado lo atesoraba únicamente en mi memoria
–nombres, fechas, cifras, direcciones…-, custodiado bajo mil llaves a las que
solo yo tenía acceso. Lo contrario resultaba sumamente peligroso. Quizá letal.
¿Y ahora qué?
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