jueves, 15 de marzo de 2018

SILVIA FERNÁNDEZ DÍAZ



AUTORA: SILVIA FERNÁNDEZ DÍAZ
TÍTULO: LA MIRADA DE LOS PÁJAROS
ISBN: 978-84-946661-7-9
EDITORIAL: TALENTURA LIBROS, Madrid, España.


Silvia Fernández Díaz, nacida y residente en Madrid, España, en 1967. Es Diplomada en Profesorado de E.G.B. y formó parte de la II Promoción del Máster de Narrativa de Escuela de Escritores (2010-2012). Sus relatos han sido publicados en distintas revistas. Solo con hielo (Talentura Libros, 2014), fue finalista del XII Premio Setenil al mejor libro de relatos publicado en España en 2015. La mirada de los pájaros es su segundo libro (Talentura Libros, noviembre de 2017).
La mirada de los pájaros reúne diecinueve historias sobre viajes reales e inesperados, de estudio, de placer, excursiones a la montaña, y recorridos habituales como el camino al colegio, el trayecto al trabajo o los transbordos de metro. Viajes soñados como el deseo de regresar al pueblo o de vivir una luna de miel. O viajes interiores. Son narraciones escritas con diversos estilos y voces, ambientadas en distintos países y épocas dispares. En todas ellas, los personajes sienten la necesidad de viajar o cambiar su rutina.







Página literaria de facebook: Silvia Fernández Díaz (@soloconhielo)
Página de la editorial Talentura Libros para compra del libro:

Párrafo del relato “Cuadrilátero”
                —¡Está acabado! —dice William al entrar en la cocina.
                En un rincón, dos mujeres desgranan mazorcas en un barreño. Sus manos se detienen, levantan la barbilla y lo observan con curiosidad. William pisa una baldosa agrietada y se mueve hacia adelante y hacia atrás. Voltea su sombrero y, al recogerlo en el aire, la baldosa rechina con una regularidad lapidaria. La madre se acerca una mazorca a los labios y enseguida apunta con ella hacia el pasillo.
                —Jim está durmiendo.
                —Eso se lo creerá usted… Está en el club de la ciudad celebrando la derrota.
                La madre, con una mirada incrédula, se vuelve hacia la chica.
                —Ve a su dormitorio. No lo oí salir. Lo hubiera sentido.
                El hombre avanza. Se sitúa ante de la chica y utiliza el sombrero de barrera.
                —Quieta, Emily. ¿Qué pasa madre? ¿Acaso no me cree? Si yo digo que no está es que no está. ¡Y me alegro! —Se ríe—. No sabe, madre, cuánto me alegro. Precisamente de él tenemos que hablar.
                La joven, al verse acorralada, mira de reojo a la madre y se vuelve a sentar. La mujer arranca tres granos de maíz. Los deja caer en el barreño.
                —Tú dirás… Pero no lo oí salir.
                —Ya lo sé, por eso mismo. Esta casa necesita un poco de orden. Y más después de lo de ayer.
                —¿Qué pasó? Jim nos contó que fue mala suerte. Hizo lo que pudo, peleó con ganas, pero el contrincante era más ágil que él. Si le vieras con el labio partido, un ojo igual que una baya. Emily tuvo que curarlo.


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