lunes, 28 de mayo de 2018

FRANCISCO JAVIER IRAZOKI

AUTOR: FRANCISCO JAVIER IRAZOKI 


TÍTULO: CIENTO NOVENTA ESPEJOS 

ISBN: 978-84-9002-101-9 

EDITORIAL: HIPERIÓN (2017) 








Francisco Javier Irazoki (Lesaka, 1954) fue periodista musical en Madrid. Formó parte de CLOC, grupo de escritores surrealistas. Desde 1993 reside en París, donde ha cursado estudios musicales: Armonía y Composición, Historia de la Música, etc. Cielos segados (Universidad del País Vasco, 1992) recopiló toda su poesía hasta 1990. La editorial Hiperión le ha publicado las cinco últimas obras 
Actualmente es crítico de poesía en El Cultural del diario El Mundo. 









Contacto:



franciscojavier.irazoki@gmail.com

franciscojavierirazoki.com





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Albert Camus define así a la persona rebelde: “Un hombre que dice no. Pero negar no es renunciar: es también un hombre que dice sí desde su primer movimiento”. Anoto en una página el destino que quiero darle a la palabra no. Cuento mis diecisiete frases iniciadas con una negación. Las pronuncio. No aprender gritos. No herir a los hombres diferentes, sino celebrarlos. No conocer los himnos con que se dibujan las fronteras de las razas. No condimentar con resentimiento mi vida breve. No adherirme a ninguna rebeldía cómoda. No tener tiempo para medir el error ajeno. No ir nunca a las playas de los rencorosos. No refugiarme bajo el techo del viva yo colectivo. No poseer otra bandera que una ética secreta. No afilar mi fracaso para que sea la flecha de un insulto. No sostener los platillos de sangre de la justicia. No aplaudir los disfraces de la crueldad. No a las multitudes que silencian al individuo. No huir de mi imagen reflejada en la vejez. No colaborar con mis habitantes cínicos. No ser un monje dormido en la niebla de su convento. No ser un segador amargado. 









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He pasado muchas horas de aprendizaje en centros a los que nadie desea ir. Los pasillos y salas de espera de los hospitales son libros que me instruyen. Las personas que limpian, los administrativos o las enfermeras se adentran en mí; convertidos en páginas, han iluminado mi ignorancia. Otras lecciones me esperan con formas variadas. Las veo detrás de una mascarilla, en los guantes esterilizados, en los pliegues de una bata. El conocimiento gotea de las agujas. Está sentado, sin fuerzas, en un consultorio. Se emboza con la sábana que cubre una camilla. Algunas palabras que me orientan son un medicamento líquido encerrado en un gotero. Para que las estudie, nuevas frases se han posado en la oficina de urgencias, el botiquín, la bandeja, el archivo, la mesa operatoria, el lavabo. He bebido despacio un agua con sabor a quirófano. Al abrir las ventanas de una habitación, leo también las páginas exteriores. Lo anodino era solo la torpeza con que fui anestesiando mi vida diaria. Desciendo por las escaleras de las aulas. Salgo dispuesto a retener lo aprendido. En las proximidades de los hospitales circulan las ambulancias de la filosofía.







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